Los servicios de inteligencia occidentales están convencidos de eso, teniendo muy en cuenta el discurso del líder de Hezbollá, Hassan Nasrallah, en el funeral de Fuad Shukr, su mano derecha asesinado por el ejército israelí.
    A diferencia de la operación de abril, en la que Irán informó de antemano de sus intenciones dando la idea de querer solo hacer una demostración de fuerza, esta vez no hay indicaciones precisas, en particular sobre la fecha.

 

 

Sin embargo, la escalada parece estar ahora en su cresta máxima, a tal punto de que Estados Unidos ha instado a sus compatriotas a abandonar Líbano inmediatamente "con cualquier vuelo disponible".

 

 

Londres hizo lo mismo y añadió que "la situación podría deteriorarse rápidamente".
    Evidentemente, Italia también está en alerta: en el sur del Líbano, a lo largo de la Línea Azul en la frontera con Israel, donde hay más de mil soldados italianos incorporados en la fuerza Unifil, mientras que otros 200 aproximadamente están en Beirut en la misión bilateral Mibil.
    El llamamiento a la moderación dirigido a Teherán fue transmitido por el secretario general de la Farnesina, Riccardo Guariglia, al embajador iraní Mohammad Reza Sabouri, y el canciller, Antonio Tajani pidió "interrumpir el ciclo de acciones militares que podrían provocar un enfrentamiento más generalizado en toda la región".
    Mientras tanto, el viernes por la noche, el Pentágono declaró oficialmente que Estados Unidos fortalecerá su presencia militar en Medio Oriente, desplegando buques de guerra y aviones de combate adicionales para proteger al personal estadounidense y defender a Israel.
    "El Departamento de Defensa continúa tomando medidas para mitigar la posibilidad de una escalada regional por parte de Irán y sus aliados", dijo la portavoz adjunta del Pentágono, Sabrina Singh. Y nuevamente el viernes por la noche, la misión permanente de Irán ante las Naciones Unidas emitió una declaración en la que esencialmente informaba oficialmente al mundo entero que "Hezbolá atacará objetivos en lo profundo de los territorios ocupados por Israel, en respuesta al ataque a Beirut" en el que Shukr fue asesinado.
    "En las próximas horas, el mundo será testigo de escenas extraordinarias y acontecimientos muy importantes", añadió la televisión estatal iraní. Lo suficiente como para crear un estado de fuerte zozobra en la población israelí, que sabe desde hace días que podría verse directamente afectada y ha denunciado a los medios de comunicación la falta de refugios suficientes y de información oficial.
    Teherán quiere vengarse ante el mundo entero por la dura humillación infligida por quienes mataron a Haniyeh al hacer estallar un apartamento "ultrasecreto". Probablemente, las Nahaja (las fuerzas aéreas de la teocracia) intentarán desafiar sobre todo los sistemas Arrow diseñados para interceptar misiles balísticos a grandes distancias del territorio israelí, en la atmósfera.
    Misiles sean lanzados desde Irán o Yemen, es decir, desde una distancia de 1.800-1.400 kilómetros. O, desde Irak o el noreste de Siria, desde una distancia de 800 a 600 kilómetros.
    El ejército israelí tiene aviones preparados en la pista, pero sabe que un ataque concéntrico es complicado de interceptar. Y mientras tanto, bombardea los vehículos que actualmente transportan armas desde Irak a Siria, y otras al Líbano a través del aeropuerto de A-Daba. Justo cuando continúa llevando a cabo la serie de asesinatos selectivos para eliminar a los comandantes de las milicias chiítas.
    Este sábado, las FDI (el ejército israelí- anunciaron que habían eliminado con un dron a un comandante clave de Hezbolá en el Líbano, Ali Abd Ali, involucrado en la planificación y ejecución de numerosos ataques contra Israel. Luego destruyó una antigua escuela en Gaza utilizada por Hamás como refugio.
    Ahora solo queda esperar. En el pasado, Israel ha podido defenderse de los ataques de múltiples ejércitos árabes juntos (en 1948, en el 67, en el 73). Pero hoy Israel es otro país y las armas también son diferentes.
   

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