El resultado -que surgió en la oscuridad de escrutinios secretos, con un retraso de horas, entre acusaciones delirantes del gobierno de Caracas sobre nuevas tramas de "potencias extranjeras" y "sicarios políticos de ultraderecha especializados en la desestabilización de gobiernos de la región"- convence solo a los aliados del socialismo bolivariano: Nicaragua, Cuba, Irán, Rusia, China y Honduras, que se apresuraron a felicitar al presidente (en el poder desde 2013) por su nuevo mandato hasta 2030.
La oposición impugna el resultado y por la tarde estallan las primeras protestas en Caracas: se escuchan cacerolazos en Petare, el barrio obrero más grande de América Latina, ex bastión chavista, y en otras zonas de la capital, mientras se oyen gritos pidiendo "Libertad. Libertad" y se queman fotos del jefe de Estado.
En Catya, en cambio, los manifestantes protestan contra la presencia de la policía, mientras el país parece estar destinado a un endurecimiento autoritario.
En su primera conferencia de prensa, Maduro disparó sin piedad denunciando un intento de golpe de Estado por parte de quienes querían "ametrallarlo en la plaza", pero "los hemos arrestado".
Por otro lado, frente a las protestas de la líder antichavista María Corina Machado — puesta bajo investigación por fraude electoral — y del exembajador Edmundo González Urrutia, abanderado de la Plataforma Unitaria Democrática, que afirman haber ganado "con el 70% según encuestas y estudios en su poder", llegó una fuerte solicitud del mundo occidental para un recuento independiente.
Washington fue uno de los primeros en expresar "dudas" sobre el resultado de las urnas. Lo hizo a través del secretario de Estado Antony Blinken en una declaración justo mientras Maduro celebraba su reelección con espectáculos de drones (regalados por Pekín), fuegos artificiales y música de salsa, al grito de "los fascistas no pasarán" y agradecimientos a su mentor, el comandante eterno Hugo Chávez (que este domingo hubiera cumplido 70 años).
Unas horas antes, mientras los resultados se retrasaban y crecían las voces de fraude, la vicepresidenta Kamala Harris había llamado a "respetar la voluntad de los venezolanos". Con ella, otros siete países latinoamericanos, incluida la Argentina de Milei, que fue blanco de críticas en el mitin presidencial frente al Palacio de Miraflores con cánticos de estadio con el eslogan 'Milei basura, eres la dictadura'.
Una indignación frente al escenario que llegó de Caracas, con las milicias motorizadas chavistas desatadas por las calles de la ciudad para infundir miedo entre los simpatizantes de la oposición, y que ha visto un crescendo de protestas internacionales.
Desde Italia, el ministro de Asuntos Exteriores, Antonio Tajani, se mostró "perplejo sobre la regularidad de la votación", mientras que el Alto Representante de la Unión Europea, Josep Borrell, pidió "plena transparencia", al igual que las Naciones Unidas, en una declaración sobre la cual Hungría impuso un veto.
También llegaron reacciones del presidente chileno progresista, Gabriel Boric, mientras que el Perú de Dina Boluarte llamó a consultas a su embajador en Caracas "frente al gravísimo anuncio oficial de las autoridades electorales venezolanas".
Los gobiernos de Argentina, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Panamá, Paraguay, Uruguay, Perú y República Dominicana, en un comunicado conjunto, pidieron el "recuento de los votos en presencia de observadores electorales independientes", instando a una "reunión urgente del Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos para emitir una resolución de salvaguardia de la voluntad popular".
Más cautelosos se mostraron las dos potencias económicas de la región, Brasil con Lula y México con López Obrador, a la espera de las conclusiones de los observadores internacionales.
Mientras tanto, Caracas parece suspendida y silenciosa y, mientras Maduro, coronado oficialmente, se proclama "perseguido" en los medios de comunicación públicos, María Corina Machado promete: "Lucharé para que prevalezca la verdad".
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