Al celebrar su 30 aniversario, el álbum Re de Café Tacvba se consolida como un pilar del rock latinoamericano. Lanzado el 22 de julio de 1994, este trabajo pionero va más allá de ser simplemente una colección de 20 canciones; reimagina audazmente las posibilidades de la música latina. Al fusionar el folklore tradicional con ritmos de rock modernos e incorporar estilos como bolero, ska, punk, metal, son jarocho, polka y bossa nova, su segundo álbum de estudio rompió esquemas, explorando territorios musicales no cartografiados. Bajo la dirección creativa de Rubén Albarrán, Emmanuel del Real, Joselo y Enrique Rangel, el álbum se convirtió en una fuerza crucial en el rock pan-latinoamericano. Cada pista demuestra el ingenioso enfoque del grupo para contar historias, entrelazando narrativas sobre la vida cotidiana en Ciudad de México con temas que van desde el romance y la traición (“Esa noche”) hasta reflexiones filosóficas (“El ciclón”), conciencia ambiental (“Trópico de Cáncer”) y la vibrante cultura callejera (“El Metro”). Inicialmente recibido con reacciones mixtas en México en su año de lanzamiento, 1994, Re ganó gradualmente aceptación en toda América Latina, especialmente en Chile y Argentina, logrando finalmente un reconocimiento y aclamación generalizados en su propio país. Hasta la fecha, ha recibido elogios de importantes medios como el New York Times, BBC Music, Rolling Stone y AllMusic, y fue clasificado como No. 3 en la lista “Los 600 de Latinoamérica“, que destaca los mejores álbumes de la región desde 1920 hasta 2022. Tres décadas después, Re sigue siendo celebrado como una obra revolucionaria y perdurable, inspirando a oyentes de todo el mundo a explorar sus raíces culturales. En esta narrativa “como me lo contó”, el líder del grupo, Albarrán, reflexiona sobre la creación del álbum, su impacto cultural y su influencia duradera en la música latina y más allá.
Desde el primer disco [Café Tacvba, 1992], estábamos deliberadamente en la búsqueda de elementos que nos significaran como mexicanos y que a través de ellos pudiéramos crear una música, tal vez no diferente, sino una que estábamos necesitando escuchar. Que tuviera todos esos elementos de nuestra cultura, que es muy vasta. Somos un país pluricultural. No hay un solo México, sino hay muchos Méxicos diferentes, antagónicos. Probablemente fue en el segundo, en Re, cuando llegamos a una maduración de ese mismo concepto. Era la intención de retratar nuestra sociedad, nuestro entorno, a través de la música, y hacer música para nosotros como una comunidad cultural. Esa es la diversidad musical que se vive todos los días en México. Si tú sales a la calle, te subes al transporte público y el chofer puede traer música norteña a todo volumen, te bajas y en el puesto de tacos tienen puesta la cumbia; y tal vez adelante en un puesto de ropa están tocando rock, punk o ska. Todo eso era lo que queríamos reflejar como mestizos. No somos una sociedad pura, sino que se dio a través de la mezcla. Es reivindicar la mezcla y decir: “Yo soy mezcla y no puedo intentar ser o hacer algo puro”. Mi arte va a ser algo mezclado, porque esos son los ingredientes con los que me crearon.
Nuestro proceso histórico como latinoamericanos, no solamente como mexicanos, está muy emparentado por razones históricas. Nos hermana esa mezcla de elementos culturales que llegaron a América hace cinco siglos y que provenían desde diferentes partes del mundo. Nuestros pueblos abrazaron a estas culturas y se apropiaron de ellas para renovar la propia. Todo eso es Re.
Tuvimos cinco primeras canciones que fueron las que dibujaron lo que iba a ser Re. Estas fueron, “El puñal y el corazón”, “Las flores”, “El baile y el salón” — y no recuerdo otras dos. Cuando nos dimos cuenta de que eran canciones estilísticamente muy diversas, [vimos] que en nosotros mismos se estaba reflejando esa diversidad. Escuchábamos mucha música, todos somos melómanos en la banda. Cada quien traía sus influencias y así se empezó a trazar Re.