Tras visitar una cárcel de mujeres, el jesuita argentino llegó a la plaza de San Marcos de Venecia a bordo de una barca que navegó por el Gran Canal escoltada por una multitud de gondoleros.
Jorge Bergoglio hizo referencia a la “encantadora belleza” de Venecia y enumeró “los numerosos problemas que la amenazan”, entre ellos el cambio climático, “la fragilidad de su patrimonio cultural” y el turismo de masas.
“Venecia está unida a las aguas sobre las que se asienta y, sin el cuidado y la protección de este entorno natural, podría incluso dejar de existir”, advirtió en su homilía.
La visita del Papa coincide con la reciente entrada en vigor en Venecia de una tasa de entrada de 5 euros (5,35 dólares) para los turistas que visiten la ciudad por un día, con el objetivo de proteger a esta localidad patrimonio de la Unesco.
A la mañana Francisco aterrizó en un helicóptero en el patio de una cárcel para mujeres, que alberga una exposición de obras de arte promovida por el Vaticano, para la 60ª Bienal de Arte Contemporáneo de Venecia. Allí, Francisco saludó a las cerca de 80 reclusas, al personal administrativo y penitenciario y a los voluntarios. También habló con los artistas que participaron en la exposición, reunidos en la prisión, y destacó el papel del arte en la lucha contra “el racismo, la xenofobia, la desigualdad y el desequilibrio ecológico”.
Antes de la misa en San Marcos, Francisco pronunció un discurso ante un grupo de 1.500 jóvenes ante la emblemática basílica de Santa Maria della Salute de Venecia, cuya majestuosa cúpula domina la entrada del Gran Canal. “¡Dejen de lado sus teléfonos móviles y vayan al encuentro de la gente!”, les pidió el papa.
Tras este viaje, el jesuita argentino tiene previsto realizar otros dos al norte de Italia, a Verona en mayo y a Trieste en julio.