Mirren hace que Golda sea vívida a través de una bruma de humo de cigarrillo, ya que Meir en la vida real era una fumadora empedernida, al igual que la mayoría de los mandos de las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF).
La prestigiosa actriz se pasa la película con un cigarrillo en la mano, incluso en las escenas en las que está en el Hadassah-University Medical Center, recibiendo tratamiento para un linfoma. La película se estrena, convenientemente, pocas semanas antes del 50 aniversario de la guerra.
Si no supieras que Mirren interpreta el papel principal, nunca adivinarías que se trata de la esbelta actriz británica bajo el maquillaje y las prótesis, ya que fue convenientemente despojada de glamour para que pueda pasar por la política realista que rompió barreras al dirigir Israel en los años sesenta y setenta.
Mirren habla inglés durante toda la película, lo que tiene más sentido de lo normal en este tipo de dramas históricos, ya que Meir creció en Estados Unidos. Por otro lado, es importante destacar que Mirren se aproxima al habla inglesa de Meir con bastante brillantez (Meir tiene un poco de acento del Medio Oeste, ya que pasó la mayor parte de sus años en Milwaukee).
La actriz británica, que ya interpretó a otra icónica líder femenina en The Queen, ofrece una interpretación totalmente formada, no una imitación. Mirren merece sin duda otra nominación al Oscar por esta conmovedora interpretación.
La controvertida gestión de la guerra por parte de Meir, en concreto el debate entre Meir y su personal sobre el grado de movilización de Israel, constituye el núcleo de la película.
El guión de Nicholas Martin, un guionista sin formación israelí, realiza un notable trabajo a la hora de reconstruir una historia compleja.