Pocos sufrieron como él el silencio de 30 segundos siguiente al grito de Armstrong cuando detectó la luz roja de su cabina de mandos centellear. Era una falsa alarma. Luego llegó la angustia del regreso. Pero al final, la pericia de ingenieros y astronautas permitió un final feliz.
Ruiz de Gopegui, fallecido el martes, trabajó para la agencia norteamericana en muchos de sus grandes hitos, en una carrera con la Unión Soviética que se convirtió en una época dorada, aún no repetida, para la investigación espacial. En su currículum está el programa Apolo, Skylab, Apolo-Soyuz y los primeros vuelos del Transbordador Espacial. En la década de los 80 y 90 fue director de los programas de la NASA en España.
Antes, este físico nacido en 1929 en Madrid había realizado el doctorado en la Universidad de Barcelona y cursado un máster de Ingeniería Electrónica en Stanford, California. En su carrera previa a la NASA trabajó para el Consejo de Investigaciones Científicas y el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial.
Su prestigio profesional le valió una gran cantidad de reconocimientos. En 1986 se le concedió la Cruz del Mérito Aeronáutico de Primera Clase. Publicó muchos libros de divulgación científica y fue un asiduo y siempre amable colaborador con los medios de comunicación, entre los que está este periódico. Lo hacía siempre con entusiasmo, daba igual su edad, la misión era contagiar su amor por el espacio.