Con los datos cerrados del sexto mes del año, publicados por la Secretaría de Finanzas en el Boletín mensual de deuda, el aumento de la deuda bruta sumó el equivalente a US$6.831 millones en junio pasado y de este modo el sector público nacional acumula US$71.832 millones de pasivos en pesos y dólares en el primer semestre de 2024.
Así, el stock de deuda bruta acumulada ascendió a un monto total equivalente a US$442.505 millones, de los que US$440.062 millones se encuentran en situación de pago normal. Como la cartera económica unifica las monedas por una cuestión metodológica, es bueno aclarar que el 42% es pagadero en pesos, mientras que el 58% corresponde a divisas.
Según el tipo de instrumento y acreedor, el 80,4% de esa deuda bruta en situación de pago normal corresponde a Títulos y Letras del Tesoro en moneda local y extranjera, el 17,7% a obligaciones en dólares con Acreedores Externos Oficiales, incluidos los organismos bilaterales, el 1% corresponde a Adelantos Transitorios de asistencia del BCRA al Tesoro en pesos y el 0,9% restante a otros instrumentos en ambas monedas.
Más allá de cómo evolucione la nueva toma de deuda del sector público nacional a nivel local y externo en los próximos meses, que no incluye el endeudamiento de las provincias, municipios, el BCRA ni el privado de las empresas y las personas, es importante cuantificar que el stock acumulado actual de más de US$442.000 millones equivale al total del PBI nacional anual.
En este escenario, con una caída crítica de la actividad económica, la inversión local y las ventas al exterior, que deriva en una baja en la recaudación impositiva y en la liquidación de exportaciones del complejo sojero, el Gobierno continúa sacrificando reservas para mantener acotada la brecha cambiaria entre el dólar oficial y los financieros, y además para que no se dispare el riesgo país.
Sin embargo, aunque el BCRA publica en su web que las reservas internacionales brutas ascienden a casi US$27.000 millones, a fines de julio los informes financieros privados aclararon que por la intervención en el MULC y la demanda de importadores el saldo mensual será deficitario y que las existencias netas serían negativas en alrededor de US$5.300 millones.
El sector sojero mantiene casi la mitad de su cosecha de 50 millones de toneladas ensilada, que representa casi US$13.000 millones en el mercado internacional, pero que no piensa exportarla hasta que el Gobierno no mejore la actual cotización del dólar blend o al menos baje el porcentaje de retenciones vigente para la soja y subproductos.
En la inauguración de la Exposición Rural de Palermo quedó claro cuál es el reclamo de los que atesoran los granos en el discurso del presidente de la SRA y también de boca del presidente Javier Milei por qué no está en sus planes inmediatos ninguna de las esas dos opciones. Sólo repitió que bajará el 10% que subió el impuesto PAIS al asumir y que lo eliminará del todo en diciembre.
Entonces, sin los dólares del campo ni un préstamo importante del exterior, el Gobierno continúa tomando cada mes deuda en pesos y dólares para financiarse (por ejemplo, ayer el BID aprobó el desembolso de US$647,5 millones de libre disponibilidad), plantea el roll over con toda la que puede refinanciar, y paga intereses y capital sobre la que tiene vencimientos impostergables, que es el único rubro del gasto público en el que no impuso ningún recorte.
El nivel de endeudamiento crece ante la inexorable restricción externa, el aumento de la deuda de los importadores que ya ronda los US$46.000 millones y la falta de venta y liquidación del agro por unos US$13.000 millones. De hecho, el viernes pasado se publicó en el Boletín Oficial que el Gobierno amplió la emisión de deuda en dólares por hasta US$2.661,74 millones, correspondiente a una Letra del Tesoro intransferible con vencimiento en abril de 2029.
Pero tal es el nivel de falta de confianza de los mercados, reflejado en el pico del riesgo país arriba de los 1.600 puntos hace una semana, que para demostrar el cumplimiento de los pagos futuros, la semana pasada se depositó en una cuenta en Estados Unidos el monto para afrontar la cancelación de los intereses (US$1.500 millones) y negocia un REPO (contrato tipo empeño) contra el oro enviado a Inglaterra para la porción del capital de los bonos soberanos que vencen en enero de 2025 (US$2.800 millones).
Al mismo tiempo se enfrenta la traba para dinamizar inversiones que significa mantener el cepo hasta fin de año, o enfrentar el desafío de establecer un tipo de cambio libre de inmediato, sin el respaldo de la suficiente cantidad de dólares físicos para enfrentar una potencial corrida de magnitud.
Cabe aclarar que hacia adelante, tras los pagos de enero del año entrante, la Argentina tiene vencimientos de bonos soberanos en dólares, pagos al FMI, deudas de las provincias y BOPREAL de los importadores por más de US$12.000 millones entre febrero y diciembre de 2025. Para tomar dimensión de esa necesidad de dólares a futuro basta con señalar que equivale a lo ensilado y sin vender de los productores de la última cosecha de granos.
Con el recuerdo del préstamo otorgado durante el gobierno de Macri al mismo ministro de Economía que hoy gestiona esa cartera, pero sobre todo por las consecuencias que eso generó en el país y en la estructura interna del organismo de crédito, el FMI no da muestras de otorgarle a la Argentina en breve un gran flujo de fondos para salir del control cambiario como le viene pidiendo Luis Caputo desde que asumió.
Milei y el equipo económico se ilusionan con que Donald Trump gane las elecciones en su país y entre sus primeras acciones de gobierno presione al fondo para que repita el salvataje que ya le había dado al mismo ministro argentino en 2017, cuando él debutó como primer mandatario en la Casa Blanca.
Es una posibilidad incierta y lejana, ya que habría que esperar el triunfo de ese candidato el 5 de noviembre y hasta el primer trimestre del año próximo para ver si se concreta, pero aunque los protagonistas de la movida serían los mismos, los contextos son muy diferentes.