Después de 14 años de gobiernos conservadores y convulsiones, llega el giro. El recuento nocturno de los votos británicos que se realizaba apunta solo a las cifras destinadas a determinar las dimensiones del triunfo laborista, también y sobre todo al resultado de la tan anunciada derrota de los conservadores del primer ministro saliente Rishi Sunak. Los números están suspendidos entre la perspectiva de una derrota histórica y la de un aniquilamiento de época, según las expresiones unánimes de la jornada.
Al final de un día de votaciones sin grandes nubes en las cuatro naciones que componen el Reino Unido (Inglaterra, Escocia, Gales, Irlanda del Norte) también en términos meteorológicos, tras un miércoles gris y lluvioso. Como para borrar las preocupaciones de una campaña electoral intensa, pero carente de suspenso: se mostró decisiva en sus resultados desde el primer día de la sorpresiva convocatoria de las urnas por parte de Sunak, algunos meses antes de la fecha límite natural.
Se trató de una apuesta kamikaze destinada en realidad a hacer llegar un poco antes de tiempo la hora de una conclusión inevitable, resultado de un rechazo generalizado al partido del gobierno saliente al final del ciclo, más que del atractivo de la oferta programática, tan prudente como vaga.
Un escenario que en cualquier caso se traduce en un punto de inflexión generacional. Al final de casi tres décadas de gobiernos liderados por conservadores marcados por crisis, conmociones, escándalos, laceraciones internas y cambios de líderes, entre sus propias responsabilidades y las consecuencias de terremotos internacionales; así como de las repercusiones -al menos por ahora en gran medida negativas- de ese tipo de prestidigitación que fue el referéndum de 2016 sobre el divorcio de la UE, que resultó en el Brexit.
Un punto de inflexión que se produce en nombre de la vuelta a la normalidad, característica dominante por ahora del perfil de Starmer, de 61 años, como exfiscal de la Corona prestado a la política; y que los votantes deseosos de algún cambio real (más allá del confuso eslogan electoral de "cambio") esperan que no signifique normalización. Pero ciertamente prefigura una ruptura con respecto a los fracasos de Boris Johnson, el más controvertido y divisivo (pero también simbólicamente significativo) de los cinco primeros ministros del torbellino conservador de estos 14 años.
La supermayoría en el Parlamento que perfilan las previsiones deja al menos margen de maniobra al hombre encargado de devolver a Downing Street la insignia laborista desde los tiempos de Tony Blair y Gordon Brown. Un hombre nacido políticamente en la corriente intermedia de la "izquierda blanda", aunque avanza paso a paso hacia posiciones cada vez más centristas, que promete, sin embargo, trabajar por una mejora más equitativa de las condiciones de vida de la "gente común" como antídoto contra la "amenaza populista".
Aunque excluyendo el deseo de superar contrastes sociales o reabrir heridas como el propio Brexit, al que alguna vez se opuso, pero que ahora no piensa poner en duda. En todo caso, las prioridades programáticas inmediatas se referirán al inicio acelerado de iniciativas legislativas ordinarias sobre temas ecuménicos como "la estabilidad y el relanzamiento de la economía", la asistencia sanitaria, la construcción pública, la seguridad y la lucha (sin el plan para Ruanda) "contra los 'inmigrantes ilegales'". Todo en un contexto, ya bendecido por las primeras reacciones relajadas de los mercados y de las empresas, que va acompañado del compromiso de continuidad en las trincheras de los conflictos internacionales -apoyo total a Ucrania ante todo- y de lealtad a Estados Unidos y la OTAN.
Mientras que los conservadores tendrán que empezar de nuevo desde el abismo, con un nuevo líder tras la inevitable despedida de Sunak. Para intentar al menos consolidar de nuevo la primacía indiscutible de la derecha, amenazada por Nigel Farage y su Reform UK; y la del liderazgo de la oposición parlamentaria en la Cámara de los Comunes, disputada -en una votación de pesadilla, sin precedentes en 190 años de historia, para el partido de Margaret Thatcher- por los revividos Demócratas Liberales de Ed Davey.
Las tendencias de boca de urna
LONDRES, 04 LUG - Según las encuestas a pie de urna, el Partido Laborista de Keir Starmer obtuvo una mayoría histórica y una reconquista del gobierno en las elecciones británicas. Las indicaciones sitúan al Partido Laborista en 410 escaños y confirman el desplome sin precedentes de los conservadores del Primer Ministro saliente Rishi Sunak, hundidos hasta la cifra de 131 bancas, aunque menos peor que las estimaciones más sombrías. Los centristas Liberales Demócratas de Ed Davey ascienden a 61, mientras que el partido de extrema derecha Reform UK de Nigel Farage, con más votos que los liberal demócratas, pero menos concentrado entre los escaños uninominales, se lleva a casa 13 diputados por primera vez. Finalmente, en caída libre en las circunscripciones escocesas (de 48 a 10).
Con solo 131 escaños acreditados por las encuestas a boca de urna para el partido Tory del primer ministro Rishi Sunak en las elecciones generales, los conservadores alcanzaron su mínimo histórico. El anterior récord negativo se había alcanzado en las elecciones de 1906, cuando el partido entonces dirigido por Arthur Balfour obtuvo 156 escaños.
El ministro de Hacienda, Jeremy Hunt, se encuentra entre varios ministros del gobierno conservador británico que perderán sus escaños, según las encuestas a boca de urna. Se trata del conservador de más alto perfil que quedará fuera, según la encuesta, y los demócratas liberales parecen encaminados a ganar su escaño en el distrito electoral de Godalming & Ash. Grant Shapps, Ministro de Defensa, y Johnny Mercer, de los Veteranos, también podrían perder en sus respectivos distritos electorales. También están en la balanza, según las encuestas a pie de urna, Mark Harper (Transporte), Mel Stride (Trabajo y Pensiones), Steve Barclay (Medio Ambiente) y Penny Mordaunt (líder de los Comunes).
La súper mayoría acreditada por los "exit-poll" a los Laboristas de Keir Starmer en las elecciones británicas de hoy, con 410 bancas sobre un total de 650 de la Cámara de los Comunes, está por debajo del mejor resultado obtenido por el partido en su historia en 1997, en las primeras elecciones ganadas por Tony Blair (con 418 escaños) con la derrota paralela de los Tories liderados por el entonces John Major. Empero, el recuento exacto de los votos reales, previsto durante la noche, aún podría modificar esta cifra y poner en duda la primacía.
John Curtice, el principal encuestador de la BBC, no descarta que Starmer, en términos de votos proporcionales, pueda haber quedado por detrás del resultado logrado por los laboristas en 2017 (40% de los votos) bajo el liderazgo de izquierda radical de Jeremy Corbyn.
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