Las protestas agrícolas agitan la política comunitaria. El rechazo por parte de ciertos sectores a la descarbonización de la economía polariza la conversación de las políticas climáticas emprendidas por la UE. Pero la estrategia verde trata también de impulsar la competitividad comunitaria, un esfuerzo por no perder la carrera de la transición verde contra otras potencias como Estados Unidos y China. En este contexto, la Comisión Europea ha presentado este martes una recomendación para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en la UE en un 90% hasta 2040, respecto a los niveles de 1990. Una meta que rebaja las aspiraciones de establecer un objetivo vinculante pero que, en todo caso, abre el camino hacia una segunda fase del Pacto Verde europeo.
De cara a alcanzar la neutralidad climática en 2050, la Comisión Europea plantea como punto de partida un recorte neto del 90% de las emisiones hasta 2040. Con esta perspectiva, Bruselas ve necesario transformar esa hoja de ruta que es el Pacto Verde europeo, con el objetivo de recortar un 55% las emisiones de gases de efecto invernadero hasta 2030, en un Pacto por la Descarbonización Industrial. Se trataría de una segunda fase en aras de potenciar la competitividad de la UE como ya avanzó el vicepresidente económico Valdis Dombrovkis, a finales del pasado año.
La idea tras esta "actualización" del Pacto Verde es fortalecer la capacidad industrial y la competitividad europea apoyándose en el impulso a las tecnologías limpias para competir con los amplios subsidios de Washington y Pekín a sus respectivas industrias. Es el primer paso de una estrategia que busca crear mercado y atraer inversiones a la UE al amparo de la energía eólica o hidráulica pero también tecnologías como electrolizadores, impulsar la capacidad de producción de baterías, vehículos eléctricos, bombas de calor, panales solares, biogás y biometano y la economía circular.