Lucas Ponzetti: Yo estuve en las últimas dos etapas clasificatorias, en 2019 y 2021. Creo que hicimos buenas participaciones. Nos costó esa cuota de suerte. En el 2019 estuvimos muy cerca, incluso podríamos haber clasificado porque Paraguay tenía su cupo por ser local y no tuvimos suerte con ese cuarto cupo.
En 2021 nos costó la preparación con el tema de la pandemia, no podíamos entrenar en el predio de AFA, fue todo de mucho esfuerzo.
En la preparación tuvimos muchos más partidos, un período largo de competencias y llegamos a la Copa América con buenas rachas. Eso nos hizo mejorar la confianza. Supimos mejorar nuestra forma de juego en el ataque, también las prioridades defensivas. Tuvimos un grupo muy bueno en el 2023, esa fue la clave, además de la competencia que nos hizo llegar con mucha confianza.
Tenemos que seguir mejorando la estructura local y tratar de que los clubes se profesionalicen. Esto es mucho sacrificio. Casi todos los jugadores estudiamos, trabajamos y jugamos. Si bien somos amateur, el nivel de entrenamiento es súper profesional.
Ponzetti trabaja en inclusión y solidaridad en Rosario, su ciudad, a través de diferentes proyectos que comparte con su hermano, Maximiliano. Su objetivo: sacar a la mayor cantidad de chicos de barrios vulnerables y llevarlos a la cancha de arena. Incentivarlos a que se enamoren del deporte y que funcione como una herramienta para ayudarlos en la vida. Al mismo tiempo, armar una estructura que permita que Argentina tenga jugadores nacidos en la arena.
"El desarrollo de la disciplina es importante. Siempre pasó en este deporte que venían jugadores que no tuvieron suerte en un club de fútbol 11 o no supieron adaptarse al futsal. Ahora lo que nosotros apuntamos es que los chicos empiecen a jugar desde cero, lo más chicos posible. Mientras más chico lo hacés, empezás a evolucionar más rápido. No tenés que modificar cosas y te adaptás 100% a jugar en la arena, a trasladar el balón...es una hoja en blanco que se empieza a llenar y no una escrita que tenés que borrar o corregir", dijo.
Y agregó: "A mí empezar de chico me dio muchas facilidades. Después te pasa que a una edad temprana llegás con mucha experiencia. Queremos que en Rosario la primera disciplina de los chicos sea el fútbol playa y que lo quieran desarrollar el resto de su vida".
La jugabilidad me gusta mucho, es lo que más me atrae. Siempre remarco que es la cualidad técnica que te exige. Tenés que tener mucha precisión, buenos controles, pases...y también las chilenas...lo vistoso que tiene el deporte.
Yo veo que en el fútbol 11 se perdió lo vistoso en lo individual. Si bien el beach soccer evolucionó, porque se juega más rápido, no es tan estático porque hay mucha rotación pero sigue habiendo espacio para el uno contra uno, conexiones de dos contra uno. Para generar eso te requiere mucho trabajo y eso me llama mucho la atención. Tenés que ser muy inteligente para generar situaciones pero también muy preciso y técnico. En el fútbol 11 estás más acostumbrado porque la pelota rueda bien, no necesitas tanta concentración en cómo va la pelota pero acá sí. Te exige mucha precisión y eso me gusta.
La chilena es un recurso que se cuida mucho. Cuando levantás la pelota que no te puedan chocar...el único método de defensa es estar a un metro y medio y buscar tapar el remate. Es un recurso bien del deporte y muy cuidado para que siga estando. El jugador que hace chilenas se resguarda mucho porque si generás la situación nadie te puede chocar.
La chilena, cuando entendés los detalles, te va saliendo mejor.
Es muy difícil. El correr es distinto, la técnica de carrera. En la arena, si apoyás el pie entero, quedás lento. Hay que correr en puntas de pie para que las reacciones sean más rápidas.
Yo me crié cerca del Caribe Canalla (un predio de Rosario Central). En el verano jugamos picados y van jugadores que están en Primera y en la arena parecía que no sabían jugar. Quieren hacer los mismos movimientos y en la arena no se puede. Acá la pelota, cuando se frena, está en un pozo. Siempre hay que agarrarla en movimiento para que te quede en una montañita.
Coincido con Seba, a su juego no le hace falta jugar con el pie. Para mí es de los mejores arqueros que hay. De América es de los mejores, si no el mejor. Nosotros jugamos 3-1 con mucha rotación, mucha interpretación. No es un juego previsible. Cuando jugás 2-2, si bien podés generar movimientos se vuelve un poco predecible, porque tenés dos jugadores afuera y la pelota va a ir ahí. Nosotros jugamos con mucha rotación, movilidad y cortes. Es más difícil estudiar a Argentina.
Un movimiento o una visión o algo que pensó un jugador y logró concretarlo, por más que nos estudies, te va a sorprender.
Lo que tiene el 2-2 es que si no lo ejecutás bien, quedás muy abierto porque quedan dos muy abiertos y otros dos muy altos, entonces te requiere de mucha precisión. Tiene que ser todo muy perfecto, no puede haber errores. Nosotros nos sentimos cómodos marcando el 2-2 y después jugarlo de contra. Nuestro sistema nos sienta muy cómodos y además tenemos un jugador como Lucas Medero que tiene muy buen remate y ayuda a sacarle provecho a malas salidas.
Somos muy pasionales y tenemos ese plus en los partidos importantes y en las situaciones difíciles. No sé bien qué es, pero lo tenemos adentro. Siempre salimos de las difíciles. Eso tenemos como argentinos, ser pasionales y en las difíciles salir y ante todo dar más.