Marchas similares tuvieron lugar en Estrasburgo, en el este de Francia, en Lyon, en el centro del país, y en Niza, en el Sur.

Encabezando el cortejo parisino estaban el presidente del Senado, Gérard Larcher, y la presidenta de la Asamblea Nacional, Yaël Braun-Pivet, quienes iniciaron la manifestación, acompañados por la primera ministra, Elisabeth Borne, muchos ministros del gabinete y decenas de parlamentarios.

El presidente Emmanuel Macron decidió no participar, pero publicó una carta abierta a los ciudadanos animándolos a marchar y señalando que su corazón estaba con ellos.

En la marcha también participaron cientos de alcaldes y miembros de concejos municipales de todo el país, todos ellos luciendo en el pecho la tradicional cinta azul, blanca y roja de los funcionarios electos franceses.

Muchos de los que marcharon en París no eran judíos, sino franceses preocupados, condenando el aumento del antisemitismo. Entre ellos se encontraban miembros del famoso Cirque du Soleil, que acudieron en grupo y pidieron que se pusiera fin al antisemitismo en Francia.

Comenzando en la Explanada de los Inválidos, la gente marchó silenciosamente durante casi tres horas, a través del Barrio Latino hasta el Palacio del Senado de Luxemburgo. Cada pocos minutos, el silencio se rompía con el canto del himno nacional francés, la Marsellesa, seguido de largos minutos de aplausos. Otros corearon consignas como «¡No, no, no al antisemitismo; sí, sí, sí a nuestra República!».

La iniciativa generó una división en la sociedad, con la extrema izquierda negándose a participar. Fuertemente criticados por su boicot a la marcha, miembros del partido Francia Insumisa se manifestaron junto a un monumento en el sur de París que conmemora la redada de Vel d’Hiv en 1942, pero judíos locales acudieron al lugar y se manifestaron contra lo que llamaron «explotación» de la Shoá.

Otros políticos de extrema izquierda, incluido el líder del Partido Comunista, Fabien Roussel, se unieron a la marcha de París, y los participantes los abuchearon y pidieron que se fueran. También fueron abucheados los líderes de la extrema derecha francesa. La presidenta de la facción parlamentaria de Agrupación Nacional, Marine Le Pen, llegó a la marcha, al igual que el presidente de su partido, Jordan Bardella, y los políticos de extrema derecha Eric Zemour y Marion Marechal. Los líderes de la comunidad judía habían dicho antes de la marcha que la extrema derecha no tenía lugar en la reunión.

El alcalde de Epinay-Sur-Seine, Hervé Chevreau, llegó a la marcha en París con varios miembros de su municipio.

“Nuestra ciudad está hermanada con Mevaseret Ziyon, así que, por supuesto, mi lugar está hoy aquí, junto con muchos otros alcaldes franceses. Tenemos en nuestra ciudad una gran comunidad judía, con varias escuelas, sinagogas y un seminario rabínico. En nuestra ciudad no hemos tenido muchos incidentes antisemitas, pero todos debemos trabajar duro para que nada de esto suceda, ni donde vivimos ni en ninguna otra ciudad francesa”, señaló.

«Estamos aquí para manifestarnos contra el antisemitismo, que ha aumentado enormemente en Francia desde el 7 de octubre», dijo Frederique Versum a Jerusalem Post. «Estamos preocupadas. Sentimos que ya no existen barreras sociales/éticas. Todo está permitido”.

“Utilizo a menudo el transporte público y ahora tengo miedo. Todos ocultamos nuestros signos religiosos. Tenemos cuidado todo el tiempo. Nos cuidamos las espaldas. Escondo mi collar de la Estrella de David, especialmente cuando estoy en la universidad. Mis abuelos quitaron la mezuzá de su puerta. Estoy tan triste. Todo esto debe parar”, afirma Elisa Versum, estudiante de la Universidad de la Sorbona de París.